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Tal como puede dar fe cualquiera que haya llorado inconsolablemente la muerte de un ser querido, un luto prolongado es, en parte, un tipo perverso de optimismo. Se piensa que, seguramente, este dolor insondable e inalterado tendrá un resultado. Sin duda, si lo mantengo durante tiempo suficiente, la persona dejará de estar muerta.
Tal como puede dar fe cualquiera que haya llorado inconsolablemente la muerte de un ser querido, un luto prolongado es, en parte, un tipo perverso de optimismo. Se piensa que, seguramente, este dolor insondable e inalterado tendrá un resultado. Sin duda, si lo mantengo durante tiempo suficiente, la persona dejará de estar muerta.
Hace
poco, los medios noticiosos de Europa e Internet se vieron inundados con
conmovedoras fotografías de Gana, una gorila de 11 años en el Zoológico
Münster, en Alemania, que cargaba el cuerpo de Claudio (su cría muerta) y
fruncía los labios en dirección a sus dedos sin vida. Claudio falleció a los 3
meses de edad de un aparente defecto cardíaco y, durante días, Gana se negó a
entregarle su cadáver a los cuidadores del zoológico. Los gorilas, y
probablemente también muchos otros animales, comprenden su mortalidad.
Los
primatólogos, de hecho, saben esto: entre casi todas las especies de simios y
monos en sus hábitats naturales, una madre reaccionará a la muerte de su cría
tal como lo hizo Gana. Durante días o semanas, llevará al cadáver con ella a
todos lados y peleará contra cualquier cosa que amenace con arrebatárselo. Sólo
gradualmente permitirá la distancia.
Sí,
nos parecemos mucho a otros primates, particularmente a los grandes simios, con
quienes tenemos más de 98% de genes en común. No obstante, las muestras de
aparente pesar maternal, como la de Gana, podrían no revelar tanto sobre
nuestra conciencia de la muerte, sino sobre nuestro impulso de actuar como si
ésta no existiera.
La
primatóloga Sarah Hrdy dijo que tenía sentido adaptativo que una primate se
aferre a su cría inerte: “Si la cría no estuviera muerta, sino temporalmente en
coma, debido a que estaba enferma o haya caído de un árbol, podría resucitar”.
Michael
Wilson, profesor asistente de Antropología en la Universidad de Minnesota, dijo
que los chimpancés eran “muy diferentes en términos de lo que comprenden sobre
la muerte y la diferencia entre vivos y muertos”. Una madre intentará amamantar
a su cría muerta para revivirla, indicó Wilson, “pero cuando la cría está
bastante descompuesta, la cargará sólo de una pierna o se la colgará por la
espalda con indiferencia”.
Los
investigadores han determinado que los elefantes se merecen su reputación como
seres excepcionalmente inteligentes en relación a la muerte. Karen McComb, de
la Universidad de Sussex, en Inglaterra, y sus colegas descubrieron que cuando
se les presentaba una serie de huesos y otros objetos naturales, dedicaban más
tiempo a explorar los cráneos y colmillos de los elefantes. George Wittemyer,
de la Universidad Estatal de Colorado, y su equipo describieron las reacciones
de diferentes elefantes ante la muerte de una de sus matriarcas: “Una hembra
vigilaba el cadáver, mientras se mecía. Otros levantaban sus patas por encima
de la cabeza del cadáver o tocaban los colmillos de la muerta con los suyos.
Solían mostrar esos comportamientos y luego se iban”.
Le
decían adiós, o tal vez, le pedían que por favor regresara.
Natalie Angier
Mas sobre la muerte en el mundo animal aqui:
http://ioniandolphinproject.org/wp-content/uploads/2013/06/0713062.pdf
En los tiempos de la censura
de todo lo Taonado
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